Existen diversos tópicos literarios que subrayan la dimensión igualatoria de la muerte. Según este planteamiento, más allá de las diferencias evidenciadas en vida, de la clase a la que se haya pertenecido, de la jerarquía o estatus, la muerte homogeneiza y golpea a todo el mundo por igual. Pero seguramente, como ya apuntaba con sorna Luis Carandell en Tus amigos no te olvidan, la “socialización de la muerte” no llegará hasta que la muerte deje de ser un negocio rentable.
En el caso vitoriano, basta con echar un vistazo al expediente “sobre establecimiento de un nuevo cementerio” del año 1831 para constatar que en el camposanto se refleja también, ad aeternum, la clase social a la que se perteneció en vida. Ese informe iba acompañado de un plano en el que figuraban “setecientas veinte y ocho porciones de 1ª, 2ª, 3ª y 4ª clase”. Ofreciéndose a continuación una tabla estimativa con las tarifas:

Además, se justificaba parcialmente esta división, argumentando que “en la preferencia que se ha dado a los terrenos, no tanto se ha pensado en halagar a los poderosos, como en proporcionar a las demás clases mayor facilidad para costear sus sepulturas, pagando los primeros mucho más, en proporción a sus fortunas, y he aquí justificada y comprobada la utilidad de una distinción que, a primera vista, podría parecer repugnante”.
El cementerio de Santa Isabel es, por tanto, una imagen especular de la Vitoria de los vivos. Pero esa desproporción no solo se evidencia en el coste de las sepulturas, o en su ubicación privilegiada. Durante siglos ha habido otros muchos demarcadores de clase asociados a la muerte: la espectacularidad de los sepelios, la dimensión de la carroza fúnebre, la fundación de capellanías, aniversarios y obras pías, o el tamaño y número de las esquelas y necrológicas. Y en esta ocasión, vamos a echar un vistazo a la documentación existente acerca de la muerte de Juana Álvarez de Bustamante y Landázuri, acontecida el 15 de diciembre de 1854.
Lo primero de todo, ¿Quién fue Juana? Hija de Jerónima Ramona del Olmo, natural de Valladolid, y de Pedro Regalado Álvarez de Landázuri, natural de Peñafiel (Valladolid). Juana nació en esta misma villa castellana y casó con Nicasio José de Velasco y Álava en 1792. Juntos tuvieron cuatro hijos: Juan Fausto, Manuel José, María Nieves y María Manuela Clotilde.
Es importante situar históricamente a su marido, una de las personalidades más destacadas de la política alavesa de la primera mitad del siglo XIX. Nacido en Vitoria en 1768, ocupó el cargo de alcalde de Alegría y de Vitoria, ya en 1806. Años más tarde fue nombrado regidor perpetuo de Segovia y caballero maestrante de la maestranza de Ronda, convirtiéndose además en Diputado General de Álava durante el periodo inmediatamente posterior a la Guerra de Independencia, lo que le llevo a encabezar la represión antiliberal en la provincia. De hecho, Nicasio José de Velasco fue el principal promotor, durante su mandato, de la detención y procesamiento del anterior diputado general: Miguel Ricardo de Álava. Provocando una gran tensión institucional, un clima de rencillas entre personas, y el exilio temporal de otros liberales locales.
A la vista de su talante político, abanderó las milicias realistas alavesas durante el Trienio Liberal. Y en 1823 fue elegido nuevamente Diputado General, aunque le fue imposible tomar posesión del cargo al encontrarse fuera de la provincia, razón por la cual asumió la responsabilidad otro personaje de idéntico perfil conservador: Valentín de Verástegui (1). Además, en paralelo a sus responsabilidades políticas fue atesorando una fortuna, como se evidencia en la siguiente cita (2):
Aunque tuvo una activa vida político no descuidó su patrimonio, pues como rentista se preocupó de mantener y aumentar sus siete mayorazgos y posesiones siguiendo la tradición de las élites del Antiguo Régimen. Fue un hombre de profundos sentimientos religiosos con una buena colección de libros religiosos, imágenes y reliquias incluso llegó a ser “Alguacil Mayor de la Inquisición”. Esto ha hecho pensar que no estuviese muy vinculado al pensamiento ilustrado, pero lo cierto es que fue miembro de la Real Sociedad Vascongada de Amigos del País y tuvo interés por el conocimiento y la cultura como queda demostrado en su colección de libros y periódicos del momento.
Sabemos que disponía de una enorme biblioteca con más de 230 títulos de temas muy variados, muchos de ellos comprados en Madrid y otros heredados, desde diccionarios y enciclopedias, pasando por libros de aprendizaje de idiomas, de italiano, francés y griego, obras emblemáticas de literatura, poesía, arte o música junto con un buen número de tomos de temática jurídica, religiosa y moral. Es destacado su interés por la ciencia y la arquitectura como queda de manifiesto en los tres ejemplares de la Regla de los cinco órdenes de arquitectura de Vignola, uno de ellos en italiano, o en las Memorias leídas en la Real Academia de las Ciencias de París sobre la edificación de hospitales, traducidas al castellano por Valentín de Foronda. Su interés por los conocimientos enciclopédicos tan de moda entre los ilustrados del momento se pone de manifiesto en obras como Histoire Naturelle, générale et particulière, avec la description du Cabinet du Roi de Georges Louis Leclerc, conde de Bufon, monumental compendio dedicado al conocimiento del mundo natural. También dispone de otros muchos títulos habituales en las bibliotecas de ilustrados españoles como fábulas de Iriarte o Samaniego, la novela didáctica El hombre feliz del padre Teodoro de Almeida, Viaje de España de Antonio Ponz, Clave historial de Enrique Flórez y otros muchos títulos que denotan su interés por el conocimiento y el saber enciclopédico.
Aparte de su completa biblioteca guardaba en su casa de Vitoria alrededor de ochenta y cinco estampas de papel y pinturas sobre lienzo con distintos temas religiosos, retratos y países. A juzgar por los precios de la tasación realizada por el pintor Pedro Maio ninguno de ellos debió de ser especialmente destacado, cumpliendo con una función meramente decorativa dentro de la vivienda. Sí que es perceptible la gran influencia que adquiere en estos momentos la estampa o grabado sobre papel, muchos de ellos impresos en Francia. Nada despreciable es su colección de obras de platería y joyas. De las primeras poseía más de 65 piezas de gran variedad y diferentes precios algunas de ellas procedentes de México. Entre las abundantes joyas que tenía en su poder destacan sortijas, pendientes, cadenas, rosarios, veneras, alfileres, brazaletes, relicarios, medallones, perlas y espadines de gran exquisitez. Nada despreciables son sus bienes inmuebles repartidos entre el País Vasco y las provincias de Burgos y Valladolid, compuestos por cinco casas en Vitoria y otras seis en otras localidades vascas y Valladolid. A este enorme patrimonio hay que sumar alrededor de 149 tierras y heredades repartidas por la misma zona geográfica. En total su fortuna ascendía a 613.895 reales y 14 maravedíes.
Nicasio José falleció en Bayona en 1829. Y en ese momento, podría haber encontrado el descanso eterno en multitud de lugares, pues había heredado también el patronato de numerosas capillas. Tal y como señala Fernando R. Bartolomé García, poseía las capillas de “la Concepción, Inocentes y san Benito de la colegiata de Vitoria, las de Galarreta, Arcaya y Pobes, junto con el patronato del hospital de Nuestra Señora del Rosario en Escoriaza. Las de San Miguel de Vitoria, San Vicente y los conventos de Santo Domingo y San Francisco”. De entre todas ellas, destacaba la de la Concepción, “donde había sido enterrada buena parte de su familia y a la que seguramente debieron de llevar sus restos” (3). Aquí introducimos por tanto un factor de distinción fundamental: en esos años en los que el cementerio extramuros de Santa Isabel iba tomando forma, un puñado de familias privilegiadas siguieron enterrándose en el interior de las iglesias, manteniendo una vieja prerrogativa.
A partir de ese año 1829 Juana Álvarez de Bustamante y Landázuri quedaría a la cabeza de la familia. Además, a ella se le achaca también otra singular aportación al patrimonio alaves: el tapiz flamenco sobre el “Ciclo de Troya” que hoy se conserva en el Palacio de Villa Suso llegó a Vitoria gracias a su promoción. Esa pieza del siglo XVI formaba parte de un conjunto de seis tapices de enorme calidad, traídos a la capital alavesa desde Peñafiel en el año 1808 por voluntad de Juana, a fin de engalanar la casa-palacio familiar de los Álava-Arista (hoy transformada en alojamiento turístico).

A la vista de los aspectos hasta ahora referidos, se hace evidente la enorme fortuna y popularidad de la familia. Y tenemos la suerte de poder revisar las cuentas de su funeral, perfecto ejemplo de toda una economía de la salvación al servicio de las clases más acomodadas. En el primer apartado del balance se refieren los pagos sin recibo, donde encontramos por ejemplo algunos de los siguientes puntos:
- Por el habito de Santo Domingo de Guzmán.
- A la amortajadora.
- A los pobres del Hospicio que acompañaron.
- A los sepultureros.
- A los pobres que llevaron el pan a la iglesia.
- A los celadores del Hospicio.
- A los pobres limosnas a 4 cuartos.
- Al conserje del campo santo por la cal.
- A Tomas Arrieta por avisar a los exclaustrados.
Además de cubrir el salario de los distintos oficios asociados a la muerte, y de las obras pías vinculadas al Hospicio, es interesante constatar la costumbre de enterrarse con el habito de una orden religiosa. Y vincularlo con el último mandato: “avisar a los exclaustrados”, quizás aquellos franciscanos y dominicos cuyas comunidades habían resultado extintas en abril de 1834, y con los que la familia mantendría todavía el vínculo.
Entre los gastos, encontramos también la fabricación del ataúd. Y se concreta: “Por la caja forrada de bayeta apañada con sus cintas para dar sepultura a la difunta Dª Juana. Por la colocación de la bayeta en las armas de la casa que abitan en la Capilla de la Concisión y en las de los Inocentes y San Benito”. Este detalle conviene matizarlo, pues aluda a una practica común durante siglos entre las clases nobiliarias: la colocación de un paño de tela en los escudos de todas las capillas asociadas a la difunta, representando así toda la iglesia una sensación de enlutamiento que podría durar meses o años. Se confirma también así que Juana habría sido enterrada en la capilla de la Concepción de la Colegiata (4).
Consta también una nota manuscrita de la impresora Martina de Gorostiza y Acedo, la “Viuda de Manteli e hijos”, por el papel y la impresión de “quinientas esquelas para el interior de la ciudad y doscientas para lo exterior”. Y el enorme gasto efectuado en Hueto e hijo por la cera consumida en el entierro y funerales de Juana, por valor de 520 reales.
A continuación, la minuciosa contabilidad de la familia nos permite revisar más de cuarenta recibos, donde figuran:
- 80 misas por el alma de Juana en la Colegiata de Santa María de Vitoria.
- 15 misas por el alma de Juana en la Iglesia de San Miguel.
- 12 misas por el alma de Juana en la Iglesia de San Pedro.
- 5 misas por el alma de Juana en la Iglesia de San Antonio o Santa Clara.
- Misas en la iglesia de Santa Brígida, en el Convento de la Santa Cruz, en la iglesia del Hospital de Santiago, en el cementerio de Santa Isabel, en el Hospicio o en San Vicente.
En esta sucesión de misas en la capital alavesa, tendría especial dimensión la ceremonia oficiada durante el sepelio. Se alude entonces al acompañamiento de sacerdotes, de 18 a 20 Franciscanos y Dominicos. Al pago del campanero. A las limosnas, de 1000 reales cada una, para la Casa de Piedad y el Hospital Civil de Santiago. En definitiva, a la celebración de un funeral de 1ª clase, en el que se evidencia que la cofradía de Ánimas dispuso un catafalco que tuvo que ser armado y desarmado por un carpintero.
Como curiosidad, los tentáculos de los Velasco-Álvarez abarcaban buena parte de la provincia, por lo que encontramos un último listado de “Misas novenas y otras”, repartidas por todo el territorio: Arriola, Gamarra Mayor, Gamarra Menor, Otazu, Oreitia, Pobes, Aberasturi, Erenchun, Treviño, Pangua, Montevite, Cucho, Larrinzar, Guevara, Marieta o Lapuebla. En total, la suma de los recibos derivados de los funerales de Juana alcanza los 7614 reales. Una cifra descomunal, si la comparamos con los 420 reales que costaba la sepultura de 1º clase en el proyecto para Santa Isabel de 1831.
Ya para terminar, en muchos de estos recibos figura el hijo de Juana, Manuel José, como testamentario. Seguramente él sería el encargado de llevar a término este enorme entramado espiritual en honor a su madre, y habría gestionado durante años con desahogo el generoso patrimonio familiar. Curiosamente, también conservamos datos específicos sobre su funeral, tras fallecer el 19 agosto de 1874 (5).
Existe una factura de la sombrerería que ofreció las vestimentas para el luto, y del establecimiento donde se adquirieron los diferentes tejidos y ornamentos empleados (su cadáver también vistió el hábito de Santo Domingo). Se menciona también la bayeta, un pañuelo de seda, un alfiler, abanicos o la necesidad de “coser los lutos de las sirvientas”, extendiendo la aflicción a todo el servicio. Y se abona al campanero por el toque de agonía en la parroquia de San Pedro. Además, con la misma meticulosidad con la que se reflejaron los gastos derivados de la muerte de su madre, podemos revisar la “Cuenta de los recibos de las misas celebradas por el alma de Manuel José de Velasco y Álvarez en diferentes localidades de Álava y Guipúzcoa”. Nuevamente, los pueblos se cuentan por decenas, y la suma total es casi idéntica a la de su progenitora: 7360 reales.

Ricos y pobres, flacos y gordos, todos muerden el polvo. Pero el caso de Juana Álvarez, su marido e hijos, nos confirman que el negocio de los bienes espirituales ha marcado desde siempre el morir de las gentes.
Notas:
(1) Ya dedicamos una entrada al episodio persecutorio contra el General Álava vivido en la Vitoria de 1823, de la mano de Valentín de Verástegui y Lorenzo López de Vicuña. Consultar el texto «La deshonra del General«.
(2) Se conserva el «Traslado notarial del inventario y partición de los bienes que quedaron por muerte de Nicasio José de Velasco y Álava, realizada el 8 de julio de 1833». Con la signatura ATHA-DAH-FAVE-040-004, es una acercamiento sensacional al enorme patrimonio atesorado por la familia, perfectamente ordenado por materias o tipos de objetos.
(3) Aunque habría resultado lógico suponer que el cuerpo de Nicasio José de Velasco y Álava sería trasladado a Vitoria, para descansar en la Capilla familiar de la Concepción, lo cierto es que existe un certificado del entierro y funeral (ATHA-DAH-FAVE-016-007-02), en el que se apunta que ha sido inhumado en el cementerio de Bayona.
(4) Sin embargo, existe una nota indicando el pago a los «Franciscos y Dominicos» que «han acompañado al Campo santo el cadáver», lo cual resulta algo confuso. Para conocer mejor la evolución de este espacio, recomendamos la lectura del artículo de Fernando R. Bartolomé García, «La capilla de la Inmaculada Concepción de la Catedral de Santa María de Vitoria-Gasteiz bajo patronato de los Velasco«, en Ars bilduma. Revista del Departamento de Historia del Arte y Música de la UPV/EHU, Núm. 7, Pág. 109-127.
(5) En el artículo de Fernando R. Bartolomé García se enumera el listado de los últimos miembros de la familia enterrados en la capilla familiar de la Catedral Vieja: Juana Álvarez de Bustamante Velasco (1854), Toribio de Velasco y Viguri (1 mayo 1855), Ubalda de Velasco y Viguri (15 noviembre 1868), Manuel de Velasco (1874), Bonifacia de Velasco (18 agosto 1874), M.ª Canuta de Viguri Velasco (1877), Pablo de Velasco y Viguri (9 marzo 1921) y su esposa Ana M.ª de Murua y Balzola (31 mayo 1954). Y contamos también con la cuenta de los gastos derivados de varios de los funerales celebrados por el alma de diversos miembros de la familia. Por ejemplo, es el caso de Canuta de Viguri Usarralde en 1878, en los cuales se invirtieron 20954 reales [ATHA-DAH-FAVE-042-010-89 (del folio 90 al folio 91)].
Documentos empleados:
– Sobre Nicasio José de Velasco y Álava: ATHA-DAH-FAVE-016-007-02, ATHA-DAH-FAVE-016-007-03 y ATHA-DAH-FAVE-040-004.
– Sobre Manuel José de Velasco y Álvarez: ATHA-DAH-FAVE-042-007-83 (folio 83), ATHA-DAH-FAVE-042-007-74 (folio 74), ATHA-DAH-FAVE-042-007-12 (folio 12), ATHA-DAH-FAVE-042-007.
– Sobre Juana Álvarez de Bustamante y Landázuri: ATHA-DAH-FAVE-041-022-01 (folio 1), ATHA-DAH-FAVE-041-022-17 (folio 17), ATHA-DAH-FAVE-041-022-19 (folio 19), ATHA-DAH-FAVE-041-022-20 (folio 20), ATHA-DAH-FAVE-041-022-18 (folio 18), ATHA-DAH-FAVE-041-022-13 (folio 13), ATHA-DAH-FAVE-041-022-12 (folio 12).
– Expediente «Sobre establecimiento de un nuevo cementerio», AMVG 15-19-24.
Imagen de cabecera:
– «Casa de los Alava-Velasco en la calle Zapateria», fotografía de la colección Schommer Koch. Signatura: ES.01059.ATHA.SCH.PC.28347.